La controversia de Nexon y su juego The First Descendant se ha convertido en un estudio de caso fascinante sobre la intersección de la inteligencia artificial, el marketing y la ética en la industria de los videojuegos. El 28 de agosto de 2025, la comunidad de jugadores y expertos en IA están debatiendo intensamente la decisión de la compañía surcoreana de usar modelos digitales generados por IA para promocionar un título que, desde su lanzamiento, ha luchado por mantener una base de jugadores activa.
La historia de The First Descendant, un looter-shooter, está marcada por una caída drástica en su base de usuarios, con una pérdida de más del 90% de sus jugadores en el periodo entre julio de 2023 y junio de 2024. Ante este panorama, Nexon, lejos de abandonar el proyecto, decidió probar una táctica audaz, aunque muy arriesgada: una campaña de anuncios en TikTok protagonizada por «streamers» y «entusiastas» digitales. Estos personajes, generados con inteligencia artificial, imitaban la apariencia y el estilo de presentadores reales, pero con una ejecución que los delataba: gestos forzados, expresiones poco naturales y un entusiasmo que parecía más programado que genuino.
El dilema ético: Clonación de identidad y falta de transparencia
La polémica de The First Descendant no se limita a la calidad de los anuncios, sino que profundiza en cuestiones éticas mucho más graves. Lo que ha generado un revuelo sin precedentes es el hecho de que algunos de estos «streamers» falsos replicaban de manera casi idéntica la imagen y la energía de figuras reales de la comunidad de streaming, como DanieltheDemon, sin su consentimiento. Para un ojo poco entrenado, la diferencia era casi imperceptible, solo los matices sutiles de sus gestos y la desconexión emocional revelaban la simulación.
Este uso no autorizado de la identidad de creadores de contenido ha encendido las alarmas en toda la industria. No se trata solo de un truco publicitario; es una práctica que bordea los límites de la clonación de identidad a través de IA, un área gris que carece de regulación clara. Este tipo de acciones socava la confianza de la comunidad y plantea preguntas serias sobre la propiedad de la imagen y la voz de una persona en la era digital. La falta de transparencia por parte de Nexon, que publicaba estos vídeos como contenido «no listado» en lugar de en sus canales oficiales, alimentó aún más la sospecha de que la compañía sabía que estaba incurriendo en una práctica cuestionable.
Reacciones de la comunidad y streamers afectados
La reacción de la comunidad de The First Descendant y de la industria en general ha sido mayoritariamente negativa. Los jugadores han interpretado estos anuncios como un intento desesperado de la compañía por esconder problemas más profundos del juego con una capa de tecnología llamativa. Muchos sienten que la IA se está utilizando para reemplazar a profesionales humanos en lugar de complementar su trabajo.
Un streamer afectado, cuya imagen fue utilizada sin su permiso, expresó su indignación: «Es muy problemático ver que se utiliza mi imagen sin ningún acuerdo, simplemente para vender novedades de un juego.» Este testimonio subraya el malestar y el sentimiento de vulnerabilidad que la IA puede generar en los creadores de contenido, cuyas identidades son su principal activo. La comunidad validó la veracidad de estos anuncios al comparar los patrones faciales y de voz de los personajes digitales con los de los streamers originales, demostrando que la práctica era, de hecho, una clonación digital.

Impacto en la reputación y la confianza del consumidor
El uso de influencers generados por IA para un juego que ya se enfrentaba a problemas de retención ha tenido un efecto contraproducente. Lejos de atraer a nuevos jugadores, ha profundizado la desconfianza existente. La falta de autenticidad en estos anuncios resuena negativamente con una audiencia que valora la conexión genuina con sus referentes. El hecho de que la compañía optara por esta táctica en lugar de abordar las críticas y los problemas del juego, como la escasez de contenido o fallos técnicos, refuerza la percepción de que la empresa prioriza el marketing engañoso sobre la calidad del producto.
La disculpa de la cuenta oficial de The First Descendant llegó tarde y no fue suficiente para aplacar la indignación. La polémica ha servido para destacar la importancia de la ética y la transparencia en el uso de la IA en el marketing. Si bien la tecnología de generación de modelos digitales ha avanzado a pasos agigantados, su aplicación sin un marco ético sólido puede tener consecuencias devastadoras para la reputación de una marca.
Mirando al futuro: La IA en el marketing de videojuegos
Este caso no es una anécdota aislada, sino un presagio del futuro del marketing digital. La evolución de las campañas publicitarias dependerá en gran medida de cómo reaccionen la industria y las autoridades regulatorias. Si otros estudios siguen el camino de Nexon o, por el contrario, optan por medidas éticas más rigurosas, se sentará un precedente para el uso de la IA en la promoción de videojuegos.
La falta de regulación actual deja a los creadores de contenido vulnerables a la suplantación de identidad digital. Es fundamental que las plataformas y las leyes se pongan al día con los avances tecnológicos para proteger los derechos de autor y la identidad de las personas. Nexon no es la primera, y probablemente no sea la última, en experimentar con esta tecnología. Sin embargo, su fracaso en este intento nos enseña una lección vital: la tecnología, por sí sola, no puede compensar la falta de autenticidad y transparencia. La conexión entre una marca y su audiencia se basa en la confianza, y cualquier intento de subvertirla, incluso con la tecnología más avanzada, está condenado al fracaso.
En definitiva, la historia de The First Descendant se ha convertido en un recordatorio de que, aunque la inteligencia artificial pueda crear imágenes y voces convincentes, no puede replicar la credibilidad, la autenticidad y la conexión humana que los jugadores esperan de sus comunidades y de los creadores que las representan. La frontera entre la influencia real y la simulada se vuelve cada vez más difusa, y es nuestra responsabilidad como consumidores y creadores estar alerta.
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